Lo mejor es seguir el camino que nos indican para no sufrir, se vive más feliz sin cuestionar nada, sin entrar a valorar el discurso de las personas, sus actitudes y como son dañinas para ellos y para el resto, que estamos alrededor.
Necesitaba escribir, escribir lo que pienso porque no sé con quién hablarlo, no quiero forzar más la situación, en realidad a mí también me falta coraje, lo sé y por eso estoy aquí, por eso sigo en un ambiente cerrado, en pueblos cerrados porque no sabemos como abrirlos, como acabar con esto, romper la cadena que hace que se perpetúen algunas redes sociales que deberían estar rotas. Acabar con la familia que mantiene un yugo a nuestro cuello, acabar con los padres y madres que hacen a sus hijos a su semejanza, los que no les dejan tomar iniciativa, ni que salgan del cascarón, pero del cascarón de verdad, no cuando se sienten emancipados y no están, siguen con los padres y madres, atados, para reproducir la familia, para perpetuar la vida en los pueblos, la vida enquilosada, la sociedad enquistada, parada, muerta... Parece que ha cambiado la forma de pensar pero sigue igual, lo que ha cambiado es el consumo, nos creemos más avanzados pero solamente hemos avanzado en número de coches, en aires acondicionados, en consumo en definitiva y mantenemos la fachada, la fachada, la fachada. En la fachada quedan espacios por los que solemos evadirnos y pensar que estamos fuera, pero seguimos dentro (sigo dentro), días como hoy me doy cuenta que estoy dentro y que me gustaría reventar la fachada, salir, volar... Ahora entiendo las palabras de Girondo cuando dice que sólo se enamorará de una mujer que vuele, porque en el fondo todos necesitamos volar, tener fuerzas para ser, y luchar por ser porque si no estamos en el espacio donde podemos ser lo hemos de buscar, para vivir siendo, para escapar al silencio...